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  • saranereadocumenta
  • 28 oct 2020
  • 3 Min. de lectura

“F for fake” de Orson Welles (1973)

¡Un falso documental!

Si eres de los que votó por la opción falso documental, estás de suerte, ¡has acertado! Difícil, ¿verdad? Precisamente eso es lo que nos ha impulsado a crear este blog. El lenguaje y las técnicas empleadas son tan cercanas y similares a las utilizadas por el documental que cuesta saber cuando lo que estamos viendo son hechos reales o ficcionados.

Este documental Welles lo realizó tras su gran éxito con “La Guerra de los Mundos” en 1898, un episodio de radio con la dramatización de la obra Herbert George Wells. Fue tal la pasión y convicción que el director puso en este proyecto que llegó a aterrorizar a la gente de a pie que empezó a pensar que el mundo estaba siendo invadido por extraterrestres.

El objetivo de “F for fraud” es hacer una crítica a la falsificación en el arte. Para ello Welles echa mano de dos famosos estafadores Elmyr d’Ory y Clifford Irving, ambos crean un falso Picasso y lo que se quiere conseguir es que el mismisimo autor lo tomara por suyo y le diese el okay.

Sin embargo, a pesar del lenguaje utilizado en el fragmento, de los planos…todo esto es falso. Elmyr d’Ory y Clifford Irving no aparecen en el documental. Son dos actores los que se hacen pasar por ellos en la película, interpretan un papel.

De hecho es el propio Orson Welles el que nos reta a distinguir qué es real en la obra audiovisual y qué no.

Como el propio título marca “F for faud” o Fraude en castellano, este falso documental no hace más que valerse de la técnica del documental corriente para engañar al espectador y hacerle pensar que lo que está viendo es real.

¿Qué elementos pueden hacernos pensar que estamos viendo un documental?

1. Los planos cerrados: Welles hace un uso casi abusivo de ellos durante el documental. ¿Por qué? Precisamente para confundir al espectador.

Es un hecho que, muchas veces, los espectadores relacionamos este tipo de plano tan íntimo con los planos empleados en documentales. De hecho, este tipo de planos tan intimistas no es muy común verlo en ficción cuando dos personajes están entablando

una conversación corriente. En la ficción, cuando dos personajes conversan y la cámara se encuentra en estos planos denota cierta tensión en el ambiente algo que, en el documental, no es más que un recurso para acercarnos a los personajes e intentar centrar la atención en estos.


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2. El caos en escena: No nos referimos a que en la escena no haya un orden. De hecho, lo hay, pero sí es cierto que podemos apreciar cierta naturalidad en los movimientos de algunos de los personajes que aparecen en pantalla (como la mujer que aparece en la fotografía y sale de plano)

Se crea una falsa sensación de descentralización de la atención para con los personajes y la acción principal para generar esa sensación de naturalidad y sencillez en los planos. Nada más lejos de la realidad en este caso.

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3. La mezcla de imágenes con grafismos de los nombres de los falsificadores y con la palabra “fake”. Cuando una ficción utiliza grafismos es algo que suele llamarnos ligeramente la atención, aún a día de hoy, denota cierta personalidad y diferenciación del resto de productos audiovisuales. Por eso, está implementación del uso de grafismos que ayudan a narrar la historia, no hace más que aumentar la confusión del espectador y obligarle, una vez más, a entrar en el error de pensar que está viendo un documental


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Que hay de ti, ¿te han engañado?


 
 
 

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